Gini

En una pequeña ciudad, al sur de Francia, vivía Geraldine, una hermosa niña huérfana desde hacía 4 años, el mismo tiempo que nadie le llamaba "Gini".

Aunque vivía con sus abuelos, pasaba largos ratos imaginando la manera de ponerse en contacto con sus padres, pues los extrañaba mucho, pero no lograba encontrar la forma de hacerlo y su tristeza a medida que pasaban los días crecía con ella . Un día, al salir del colegio, como cada tarde, emprendió el camino de regreso a su hogar, pero el suave sonido de una melodía despertó su interés e inmovilizó su paso. Aquella música parecía provenir de una casa cercana, una casita pequeña y antigua de la ciudad. Lentamente se acercó al lugar de donde emergía aquella melodía. Geraldine, escondida tras una ventana y con cuidado de no ser vista, observó a una anciana mujer tocando su viejo piano . Cada impulso de sus ajadas manos sobre aquel teclado blanquinegro se traducía en una melodía que la envolvía por completo, inusitándola. Cada nota parecía hablarle, acariciarle, abrazando su entristecida alma. Nunca antes había experimentado nada igual. Cuando la anciana dejó de tocar, Geraldine aún seguía cautivada por esa belleza musical desprendida de sus manos sin darse cuenta de que, la anciana ya había abandonado la sala donde tocaba.
De repente, el calor de una mano sobre su hombro, la sorprendió y se asustó.

La anciana le dijo: tranquila, "Gini".
¿ Qué?,¿Cómo dice?, ¿ Por qué me llama usted así? -preguntó la niña-, y la anciana le contestó:
¿Recuerdas la melodía que escuchaste hace un instante?
La niña con los ojos humedecidos contestó : sí, claro.
Querida niña,-continúo la anciana- escucha con atención y no temas. Esta tarde, al contemplar el hermoso cielo que nos cobija, algo hizo que tocara ese viejo y olvidado piano que ves frente a ti. Era un susurro desconocido para mí, pero muy tierno y cálido, una voz que viajaba en el aire, deseosa de ser escuchada. Una dulce voz que repetía incesantemente un nombre querida niña, tu nombre: Gini