jueves, 3 de enero de 2008

A través de una imagen...



Víctor

Víctor era un niño de 11 años. Sus cabellos eran dorados como el sol, y su piel nívea contrastaba con unos grandes ojos que eran tan oscuros como la noche, y aún más bellos que esta.
Su semblante era el de un ángel, el de un ángel mortecino, ya que su expresión reflejaba toda la melancolía y tristeza que sentía su ser.
Quién no le conocía pensaba que era un niño frió y huraño, pero en realidad su tierno corazón sólo buscaba la sensación más hermosa jamás sentida, el amor, tan sólo tenia un problema:

La soledad le envolvía...

Víctor amaba la noche, y ésta a él, su oscuro manto envolvía al joven en un mundo de fantasía y belleza. Cuando comenzaba a anochecer y los últimos rayos de sol desaparecían para dar la bienvenida a la luna, sus padres se acostaban, y Víctor salía furtivamente de su casa, cruzando la ventana que lo separaba del alfeizar y allí se sentaba, para reunirse con sus compañeros nocturnos, unos búhos que revoloteaban a su alrededor de forma grácil y veloz para demostrarle al niño su felicidad.
Allí ya no sentía la soledad, allí sentía el amor...